Silvicultura para el Cambio Climático
Silvicultura para el Cambio Climático
Autores
Paul Anderson, Estación de Investigación del Noroeste del Pacífico; Brian Palik, Estación de Investigación del Norte
Se encuentra disponible una versión archivada (Inglés) de este trabajo.
Consideraciones
Existe un creciente consenso en que las decisiones de gestión deben tener en cuenta de qué manera las acciones mejoran o degradan el potencial de un bosque para adaptarse al cambio climático. Esta necesidad aumenta con la incertidumbre sobre los aspectos específicos de las futuras condiciones climáticas.
La planificación silvícola necesita incorporar nuevas condiciones a la gestión forestal para la adaptación promoviendo la resistencia de un bosque al cambio, la resiliencia del bosque frente al cambio y las opciones de respuestas que facilitan la transición de los bosques a nuevas condiciones (1). Esto puede abarcar acciones destinadas a restaurar o mantener la diversidad composicional, estructural y funcional en los rodales. Este concepto de cartera de inversión diversificada aplicado a los bosques, brinda mayor flexibilidad en la gestión y capacidad para que los bosques se adapten a las condiciones ambientales y valores sociales cambiantes. La gestión para la adaptabilidad se puede aplicar a todas las incertidumbres asociadas con los bosques, no solo al cambio climático.
La planificación silvícola considera factores que influyen en una posible respuesta del rodal forestal a la manipulación, incluyendo la estructura del ecosistema (2), la distribución actual y potencial de la variación en la composición del rodal, el historial de perturbaciones o la desaparición de perturbaciones y la dinámica del desarrollo del rodal a lo largo del tiempo. También considera las condiciones del hábitat para las especies amenazadas o en peligro que necesitan conservarse y las especies exóticas invasoras que deben desalentarse. El contexto del paisaje de un rodal, la manera en la que su composición y la estructura actual y la deseada se comparan con otros rodales en el paisaje circundante, nos proporciona información sobre cómo alcanzar mayores objetivos de gestión de paisaje. El cambio climático nos garantiza consideraciones silvícolas adicionales tales como la futura adaptabilidad del hábitat para las especies forestales que se encuentran presentes en el rodal o para aquellas especies que se desean en el futuro.
Los silvicultores también deben considerar el aumento de las amenazas en un escenario de cambio climático. Con estaciones cada vez más cálidas y secas, se reducen los niveles de humedad de los combustibles y se aumenta el riesgo de incendios catastróficos. Temperaturas invernales más cálidas y temporadas de crecimiento más largas podrían aumentar el riesgo de ataque de pestes de insectos y enfermedades. Factores de estrés climático continuos podrían aumentar las amenazas de epidemias de insectos en bosques antiguos y superpoblados con predisposición a estas amenazas (3), como el devastador impacto del escarabajo de montaña que se ha podido observar recientemente en la región oeste de América del Norte.
También se podrían producir cambios en las expectativas sociales por productos y servicios de los bosques frente al cambio climático. Los silvicultores podrían enfrentarse al desafío de desarrollar prescripciones que mejoren la adaptabilidad al cambio climático y continuar brindando al mismo tiempo los productos y servicios deseados o previstos tales como madera comercial, especies de caza, plantas y animales nativos y composición y estructura del bosque.
Cambios probables
Si bien el clima está cambiando a nivel global, los cambios en las temperaturas, precipitaciones, y en la composición atmosférica van a variar a lo largo del tiempo y a través de los continentes, las regiones y a nivel local. Los cambios climáticos van a modificar el medioambiente y causar perturbaciones que van a afectar las comunidades forestales. Si estas modificaciones anulan la capacidad adaptativa del ecosistema forestal, estos bosques y los productos y servicios que brindan van a ser vulnerables.
Las estrategias de silvicultura para la adaptación al clima serán efectivas cuando estén dirigidas hacia factores de estrés que presenten los mayores riesgos a los bosques. Para comprender estos riesgos, es fundamental conocer cómo estos factores de estrés afectan el vigor y la dinámica del rodal, por ejemplo:
- Qué procesos fisiológicos y de desarrollo son más vulnerables a un factor de estrés en particular o a un conjunto de factores.
- Cómo los cambios en estos procesos vulnerables afectan la supervivencia, el crecimiento y la productividad de árboles individuales y masas forestales.
- A qué escalas temporales y espaciales actúan los factores de estrés y responden los bosques.
- Cuáles son las consecuencias proyectadas para algunos productos y servicios de los bosques.
Con el cambio climático, la silvicultura debe tener como objetivo administrar la composición y la estructura de los rodales y paisajes para aliviar los factores de estrés relacionados con el clima y mejorar la capacidad del bosque para resistir, tolerar y adaptarse a un medioambiente dinámico. El momento y el lugar en el que se empleen las estrategias de adaptación de silvicultura dependerán de los objetivos fundamentals de gestión, los riesgos percibidos y la confianza de que la intervención será efectiva según los distintos criterios ecológicos, económicos y sociales.
Opciones de gestión
Gestión de la densidad
Para mitigar los factores de estrés relacionados con el clima, la gestión de la densidad basada en características explícitamente relacionadas con la demanda de recursos del sitio puede llegar a ser una estrategia efectiva.
Los silvicultores han reconocido durante mucho tiempo el valor de la tala y otras formas de manipulación de la vegetación para mantener un equilibrio deseado entre la disponibilidad y el uso de recursos. La tala convencional generalmente está enfocada en la productividad del rodal y está destinada a distribuir recursos del sitio desde un gran número de árboles más pequeños y menos convenientes hasta un número pequeño de árboles más grandes y convenientes. Las actividades de tala pueden repetirse a lo largo del tiempo para mantener la densidad del rodal a un nivel que preserve la productividad acumulativa y evite períodos de bajo vigor del rodal. La gestión de la densidad es efectiva para conseguir no solo el equilibrio entre la disponibilidad y la demanda de recursos del sitio, sino también para modificar la composición de las especies y otras características medioambientales y estructurales que afectan los factores de estrés relacionados con el clima. Por ejemplo, la tala puede enfocarse en la selección o reclutamiento de especies que proporcionen características de diversidad de adaptación. Estudios recientes están comenzando a demostrar la necesidad de actividades de tala de distintas densidades para lograr comunidades de plantas más variadas que proporcionen una mayor gama de hábitats y una biodiversidad potencialmente mayor (4).
Los cambios en la estructura del rodal también podrían alterar las condiciones ambientales locales que influyen en los agentes de perturbaciones bióticos y abióticos. Al mantener una menor densidad de árboles se podría incrementar la velocidad del viento dentro del dosel y de esta manera se dificultaría el vuelo de los escarabajos de la corteza (5). Las actividades de tala podrían reducir la humedad relativa, creando condiciones menos favorables para algunos hongos patógenos pero favoreciendo las posibilidades de infecciones transmitidas por otros tales como la roya ampulante del pino blanco (6). Al eliminar arbustos y otro tipo de vegetación del suelo es posible que disminuya la demanda de recursos del sitio y se reduzca el riesgo de incendios severos al disminuir también la abundancia y profundidad de los combustibles. Una estrategia interesante podría ser unir la gestión de densidad con el control de la vegetación del sotobosque de manera tal que la ganancia en el equilibrio de humedad del sitio no se vea contrarrestada por el crecimiento del sotobosque (7). La gestión de densidad también puede disminuir sustancialmente los riesgos de los árboles individuales y el vigor del rodal (5, 8).
Gestión de la composición
Restauración de especies componentes
La composición de las especies se ha modificado en varias áreas forestadas debido a actividades de gestión y cambios en los regímenes de perturbaciones, de manera tal que algunas especies que estaban muy bien adaptadas a la distribución histórica de la variación han disminuido, mientras se han incorporado otras especies de mala adaptación. Es posible que pasen décadas hasta que se produzcan efectos perceptibles en referencia al cambio climático. Por el momento, aquellas comunidades de plantas mejor adaptadas a extremos climáticos transitorios estarán compuestas por las especies y poblaciones que se desarrollaron en el sitio. Un buen objetivo para implementar actividades de silvicultura sería la restauración de especies perdidas debido al uso de la tierra, prácticas de gestión o exclusión por especies invasoras. Para restaurar la composición de una comunidad es necesario realizar las actividades antes que se produzcan cambios sustanciales en el clima, mientras aún hay una gran correspondencia entre las condiciones existentes en el sitio y el potencial de adaptación de las especies que se van a restaurar. Algunas de las actividades de restauración de determinadas especies deben incluir la retención durante el proceso de tala u otras operaciones de remoción de vegetación, remoción de especies invasoras o no nativas competidoras o inhibidoras, o la regeneración activa mediante plantación o siembra.
Favorecer a especies adaptables y genotipos
Para lograr comunidades forestales resilientes y resistentes será necesario favorecer las especies y genotipos adaptables a los cambios ambientales proyectados. Algunas de las características adaptativas que varían a través de los gradientes climáticos y que probablemente sean de gran importancia, son aquellas que permiten a una planta sobrevivir y funcionar en condiciones de falta de agua, temperaturas extremas o perturbaciones no comunes (9). El estrés generado por la sequía es un factor importante que influye en la mortalidad de las semillas en muchos ecosistemas y puede ser un factor limitante para el éxito de la reforestación (10). Si los incendios se agravan, aquellas especies con corteza gruesa y aislante o las que se regeneran por brotes mediante sistemas de raíces subterráneos pueden llegar a ser más resistentes y resilientes.
Una cuestión importante a tener en cuenta es el nivel al cual los patrones estacionales de crecimiento y desarrollo actuales permanecerán sincronizados frente a los patrones climáticos y meteorológicos rápidamente cambiantes y cada vez más variables. Por ejemplo, si la diseminación del polen no se produce en sincronización con la receptividad de las flores, habría una menor producción de semillas y se limitará la regeneración natural de las especies que se regeneran por semillas.
La limitación de esta estrategia es que la capacidad de adaptación evolucionó en respuesta a las presiones históricas y tal vez no sea suficiente para enfrentar a las futuras condiciones proyectadas. Debido a los rápidos cambios que estamos experimentando en el clima, es posible que no haya demasiado tiempo para que se desarrollen nuevas posibilidades de adaptación (9).
Incorporar nuevas especies y genotipos
Para facilitar la adaptación, una estrategia activa que podría adoptarse es el traslado intencional de especies o genotipos para combinar las características adaptativas conocidas con lugares donde estas características pueden ser beneficiosas en un futuro escenario (11). Esta "migración asistida" puede practicarse con diferentes niveles de intensidad y riesgo. En un principio, el traslado de especies o genotipos puede limitarse a distancias “ecológicas” relativamente cortas a lo largo de un gradiente climático y enfocarse en las zonas de transición entre un ecotipo y el otro. Se debe actuar con mucha precaución, ya que en poco tiempo, algunas especies transferidas pueden no estar tan bien adaptadas al escenario actual como las especies locales.
Un método más sutil para crear resiliencia puede ser la plantación o siembra de una mayor variedad de especies y genotipos al reforestar después de actividades de explotación o de algún fenómeno de perturbación natural. La premisa es la misma: expandir el fondo genético y, por lo tanto, las probabilidades de contar con especies individuales adaptadas en un sitio. Las actividades de explotación para regeneración y las perturbaciones que causan cambios en el rodal pueden ser oportunidades para mejorar la capacidad adaptativa del bosque regenerado.
Reducir amenazas
La silvicultura también puede utilizarse para reducir algunas amenazas a masas forestales y paisajes vulnerables. Entre las amenazas bióticas se encuentran algunos insectos y enfermedades, vectores patógenos, y plantas o animales invasores. Las amenazas físicas comprenden fuentes de ignición de incendios como rayos, tormentas de viento, inundaciones o deslizamientos de tierras. Algunas estrategias de silvicultura para las amenazas bióticas pueden ser el tratamiento de centros de infestaciones incipientes a través de actividades de explotación “sanitarias”, el corte o la quema de madera caída acumulada a causa de actividades de explotación o de fenómenos de perturbaciones y estrategias de gestión de pestes integradas para plantas y animales invasores. Los regímenes de silvicultura permiten minimizar la desestabilización de las pendientes y moderar el escurrimiento para mitigar posibles deslizamientos e inundaciones.
Los regímenes de silvicultura efectivos abordan las cuestiones específicas del sitio dentro de amplios contextos temporales y de paisaje. El tratamiento de amenazas dentro de un paisaje puede estar influenciado por la aplicación espacial y temporal de tratamientos a nivel del rodal. Por ejemplo, la gestión de combustibles forma parte de la restauración de la resiliencia a incendios en algunos bosques occidentales. Para que la reducción de combustibles sea efectiva, al menos un 20 o 30% del paisaje necesita un tratamiento en patrones espaciales a medida que se debe repetir en 15 o 20 años, en cambio para las aplicaciones espaciales aleatorias se debe abarcar el doble del área para obtener el mismo efecto (12). Estos contextos a mayores escalas son útiles para darles prioridad a las acciones destinadas a reducir amenazas a nivel del sitio y del rodal.
Las vulnerabilidades varían según el tipo de bosque y el grado de desarrollo.
Los árboles individuales y las especies varían en su grado de adaptabilidad a determinados factores de estrés. La capacidad para enfrentar a un factor de estrés depende de la fisiología de los árboles individuales y de la manera en que los mismos interactúan como una comunidad forestal. Para los árboles individuales, los cambios en tamaño y madurez pueden influir en la demanda, adquisición y almacenamiento de recursos y en la capacidad para regular los desafíos ambientales. La etapa de desarrollo del rodal va a influir en el grado de competencia entre los árboles y la susceptibilidad de los rodales del bosque frente a distintas perturbaciones.
Las interacciones entre el clima y otros factores de estrés biológico y físico son de gran importancia para determinar la respuesta del bosque al cambio climático.
Los ecosistemas forestales son complejos. Los factores de estrés impuestos por el clima que reducen el vigor de los árboles y el rodal van a causar mayor daño al asociarse con factores de estrés secundarios. El clima también puede influir directamente en la abundancia y voracidad de las pestes, y favorecer perturbaciones físicas como el fuego.
Existen oportunidades para que la gestión de vegetación pueda mejorar el equilibrio entre la ocupación del sitio y la disponibilidad de recursos.
La silvicultura tiene por finalidad manejar la composición y las estructuras de los bosques para lograr diversos objetivos de gestión. Si el principal desafío impuesto por el cambio climático es conservar bosques vigorosos, las actividades silvícolas que mantengan el equilibrio entre la disponibilidad y la demanda de recursos del sitio o que reduzcan los factores de estrés ambientales, tendrán un importante rol de adaptación.
Si se restauran la composición y las estructuras ahora, se mejorará la capacidad de adaptación para el futuro.
Para facilitar la adaptación al cambio climático será importante comenzar con comunidades que sean diversas, resistentes y resilientes a la variedad de condiciones ambientales que han existido desde siempre. La mayoría de los ecosistemas que se encuentran gestionados tienen una composición simplificada relativa a su condición de referencia “sin gestión”. Una estrategia a corto plazo es restaurar una parte del paisaje a una composición y estructura de comunidad de plantas nativas dentro de la distribución natural de la variación.
Los tratamientos de silvicultura a escala del rodal son más efectivos cuando se conciben y se aplican en el contexto del paisaje.
Los factores de estrés relacionados con el clima se producen a escalas del rodal y del paisaje. Para tener un mayor impacto de adaptación, la silvicultura debe practicarse estratégicamente para enfocarse mejor en las amenazas y respuestas que se producen a diferentes escalas espaciales y temporales. La oportunidad de hacer todo lo necesario, en todas partes, todo el tiempo, es muy improbable. Los silvicultores deben comprender cómo funcionan las vulnerabilidades y las amenazas a varias escalas para poder ser más efectivos al utilizar recursos de adaptación limitados.